A Pepe Rubianes, el gallego de alma catalana, el catalán de morriña gallega, lo llegué a ver actual en directo en cierta ocasión en la representación de una de sus obras, donde se sentía la gran calidad humana que transmitía, en sus gestos, en su voz, en su risa o en su dolorosa tristeza cuando tocaba nuestra sensibilidad con sus palabras, con su forma de ser, actuar y sentir.
Nos llegaba y calaba en nuestros pensamientos con su humor incisivo, crítico, ácido y mordaz, indistintamente de las ideologías o creencias individuales y personales de cada uno de nosotros, porque él se atrevia a decir lo que otros muchos callan.
Y un día nos dijo adiós, en silencio, sin hacer ruido ni querer molestar a nadie.
Pepe Rubianes se fue dejándonos un poco tristes, un poco solo a los que amamos las artes en cualquier de sus facetas. Se marchó dejándonos en recuerdos para siempre lo que fue en vida, su entrega total a lo que creía y amaba en forma de arte y teatro, pero, sobretodo, nos dejó el mejor regalo que un hombre puede dejar en vida, su humanidad, sin guiones, apuntes ni ensayos.
PEPE GARCIA és membre de CCOO
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