Democracias crepusculares


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Guillermo Vidal

Secretari d'Empresa i Drets Jurídics del PSC


Publicat: el 21/des/22
Opinió
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No hace tanto hubo unos ciudadanos en EEUU que decidieron invadir el Capitolio en Washington con el argumento de que les habían robado las elecciones a la Presidencia del país. El líder del tupé imposible les había espoleado a proteger la democracia y liderados por un cenutrio mitad besugo, mitad astado, produjeron unas imágenes más propias de un Estado fallido o de un país en descomposición que del EEUU de toda la vida. Un carnaval de baja estopa que acabó provocando varios fallecidos. No fue una broma, no. Muchos de los participantes de esta trágica algarada ya han sido procesados y condenados a largas penas de prisión.

En Alemania, la policía defensora de la Constitución ha desmantelado a un grupo de extrema derecha, que planteaba tomar el poder por la fuerza, secuestrar, en su caso, a ministros del Gobierno y nombrar futuro mandamás del país germánico a un supuesto aristócrata de escasas credenciales. Entre los detenidos hay una antigua jueza, ex diputada de Alternativa para Alemania, partido equiparable a Vox en España (como le escuché decir a Santiago Abascal años ha). Salvo sorpresas, estos salvapatrias serán juzgados y quiero suponer condenados cuando llegue el momento. Tampoco aquí parece que estemos ante la banda de Anacleto (Agente Secreto) y Torrente, no. El tema es abiertamente siniestro.

En España y en Cataluña ya sabemos lo que pasó con aquellos que declararon la independencia unilateralmente después de montar un sarao de dimensiones cósmicas. Estos aprendices de brujo se sabían ligeramente fuera de la ley (delito de desobediencia), pero otros consideraron que eran más golpistas que el señor aquel del tricornio y zafia verborrea (delito de rebelión). Los jueces finalmente dijeron que ni eran tan mansos ni eran tan tremendos, así que por la vía de en medio concluyó que eran unos sediciosos (delito de sedición). Entre medias otros jueces en distintos países europeos no estaban por la labor de considerar que estos iluminados fuesen tan peligrosos como para entregarlos por un delito tan grave como una rebelión. Los actuales exiliados (o huidos, según con quién hables) dicen que no hubo violencia, mientras que los del verbo duro consideraban que había habido violencia y mucha. Ni unos ni otros hicieron caso de lo que decía un tribunal alemán sobre la violencia: violencia sí hubo, pero no la suficiente como para tumbar el orden constitucional. Vamos, que estos impresentables rompieron la vajilla con alevosía, pero no encima de la cabeza de ningún comensal. Y, entre nosotros, ya el hecho de traer un barco con un piolín pintado demuestra que muy en serio, lo que se dice en serio, el tema no iba.

El que suscribe ha ido a votar las dos veces que se ha sometido a consideración el tema del encaje de Cataluña en España. Las dos veces fui a votar que Cataluña se quedase en España. Voté porque me daba la real gana. Eso sí, nunca consideré que ese voto tuviese efecto real alguno. Ni era referéndum ni era nada. Malo fue la leña que repartieron los del piolín, por innecesaria y fuera de lugar, pero malo fue bloquear la salida de una comitiva judicial, zarandear y dibujar en dianas a alcaldes que no cedían los locales para desarrollar la votación, atizar a los del piolín y declarar solemnemente una independencia, amén de acosar e intimidar a aquellos que sencillamente les parecía mal el espectáculo. Seguramente nada de esto habría ocurrido de haber aplicado antes el Artículo 155 de la Constitución, pero es evidente que este precepto nunca se había utilizado y ni se sabía cómo aplicarlo.

¿Todo este rollo a cuento de qué viene? El tema es que se está modificando el delito de sedición para hacerlo homologable a eso que los jueces en Europa han ido dejando caer en uno y otro sitio. Se debería haber modificado mucho antes de 2017, pero esta dejadez latina ha llevado a lo que ha llevado. Corregirlo ahora es políticamente catastrófico para los que auspician la reforma, pero lo cierto es que la modificación legal era necesaria. Lo que pasó en 2017 fue muy grave, pero no fue el asalto al Capitolio ni un golpe militar. Fue un bochorno generado por unos aprendices de brujo. Por mucha retórica hiperventilada de algunos no habrá más intentonas, pero de haberlas las respuestas del Estado deben ser proporcionales a lo realizado. El año que viene hay elecciones. Toca elegir entre seny y rauxa. Hablar de sanidad, educación, medio ambiente o de las esencias patrias. Discutir sobre apoyo a la tercera edad, mujeres maltratadas y la universidad o hablar de himnos, banderas o de la nación milenaria. Si la reforma del delito de sedición nos equipara a Europa y ayuda a centrarnos en lo relevante, mejor para todos. Y si por el camino de la reforma del delito de sedición se pierden votos, se pierden.

GUILLERMO VIDAL és secretari d'Empresa i Drets Jurídics del PSC



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