El futuro político de Artur Mas y el futuro de Cataluña: incompatibles


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Jordi Carreras


Publicat: el 4/des/12
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Es evidente que tras el fiasco de CiU en las últimas elecciones, tras la decisión disparatada de disolver anticipadamente el Parlament y convocar nuevas elecciones; tras hacer una campaña incongruente; tras poner de manifiesto que no tenía ningún proyecto mínimamente serio que proponer a Cataluña; tras constatar que todo la estrategia política de Mas se ha fundado en impulsar y aprovechar una ola sentimental de algunos catalanes sin una base intelectual y racional mínimamente sostenible; ahora parece evidente que Artur Mas no podrá seguir gobernando y habrá sido su incapacidad la que le ha conducido a él y a su partido a esta situación dificilísima en unos momentos dificilísimos también para España.

La cuestión ahora es si Artur Mas arrastrará tras de sí a toda Cataluña, con los perjuicios que esto comportaría para el resto de España, o bien si el President o una fuerza suficiente dentro de Convergencia y dentro de Unió tendrán aun el sentido común, y el patriotismo de seguir el único camino que aparece como posible para nuestra tierra.

Si CiU pacta con los partidos de izquierda, para formar gobierno, tal como al parecer va a suceder con ERC, significa que sigue adelante con el sueño soberanista, con la quimera del derecho a decidir, y con el objetivo inmediato de la independencia. Un camino imposible que supondrá la ingobernabilidad de Cataluña, la inestabilidad social, política y económica, y un agravamiento hasta límites impredecibles de la crisis económica. Esto será tanto como anteponer un sueño (el independentista) a la realidad. De hecho eso es justamente lo que ha hecho CiU en estos últimos meses siguiendo a su Presidente: soñar. Y cuando así se actúa, sea un colectivo o sea una persona individual quien lo haga, la realidad hace pagar un duro precio, tanto más duro cuanto mayor haya sido el apartamiento de lo real. Algo parecido a lo que sucede con la ley de la gravedad: cuanto más alto se sube, más fuerte y dolorosa es la caída.

Seguir ahora la vía de pactar con ERC, seguir ahora el camino del soberanismo, será tanto como seguir subiendo, y subir mucho más arriba de lo que se ha subido ya con la última estrategia política de CiU. Un pacto entre ambas formaciones políticas se basaría exclusivamente, o casi, en sus convicciones nacionalistas, pero en casi todo lo demás, es decir, en lo que constituye la realidad de Cataluña que es precisamente lo que necesita en estos momento una acción de gobierno eficaz, coherente e inteligente, las dos formaciones ven el mundo de muy distinta forma. CiU seguiría así anteponiendo el sueño independentista a la realidad de los catalanes, y las consecuencias serían nefastas. Nefastas para Cataluña y para todos los catalanes; nefastas también para el resto de España que se verá privada del apoyo de Cataluña para salir de la crisis; pero particularmente nefasta para la propia CiU que si ahora ha perdido votos por la izquierda, perderá más luego por la derecha, y pondrá en peligro su propia subsistencia, y no sólo por el riesgo de romper con Unió, sino porque yo estoy seguro, me consta, que en Convergencia hay muchos dirigentes, y desde luego muchos votantes, que a pesar de sus convicciones nacionalistas, son gente inteligente, con sentido común, y con el patriotismo suficiente como para buscar en primer lugar el bien del pueblo catalán.

El único camino que tiene ahora Cataluña, el único que puede emprender el partido que ha obtenido los mejores resultados en las elecciones, está en abordar seriamente el pacto con el Gobierno Español para encontrar una solución pactada que dé satisfacción a Cataluña, o al menos a una gran mayoría del pueblo catalán. Ese pacto, que es el que se debió buscar en lugar de lanzarse a la catastrófica aventura a la que se lanzó Artur Mas, exigiría por parte del Gobierno de España una buena dosis de generosidad, de modo que se busque la solución definitiva a los problemas de Cataluña, sin aprovechar el fiasco y la debilidad de CiU. Y para alcanzar ese pacto el Partido Popular Catalán resulta indispensable. Debe quedar claro que el PP de Cataluña defiende los intereses legítimos de Cataluña, como así lo ha hecho hasta ahora, y como lo han manifestado repetidamente sus dirigentes, y en particular Alicia Sánchez Camacho, y que, a la vez, queremos colaborar con el resto de España no como un colaborador externo, sino como la parte de España que somos; como españoles a todos los efectos que buscamos el bien común de nuestro pueblo, sin renunciar a los legítimos intereses de Cataluña y de los catalanes, que eso somos también, y precisamente por eso somos españoles.

No sé si es posible que se siga este camino. Me parece también un sueño, un sueño contrapuesto al sueño nacionalista independentista. Pero en todo caso se trata de un sueño que de hacerse realidad traería la estabilidad política y económica a nuestro pueblo, y con ellas, al menos a medio plazo, la tranquilidad de una inmensa mayoría de los catalanes. Un sueño en todo caso posible, y bien distinto pues del imposible sueño independentista.

Para que sea posible se han de dar circunstancias y se han de producir decisiones que no parecen nada fáciles. En primer lugar es evidente que Artur Mas no puede dirigir una estrategia en este sentido. Pasa pues por la dimisión a muy corto plazo de Mas, y probablemente por la dimisión de unos cuantos dirigentes más de CiU. Sería necesario, probablemente, que Artur Mas tuviera aun el mínimo patriotismo suficiente, es decir, el mínimo amor a la tierra a la que dice o pretende servir, como para favorecer una transición interna en su partido que hiciera posible que un nuevo equipo emprendiera ese camino con garantías de éxito. O, por lo menos, que tuviera un mínimo instinto de conservación.

JORDI CARRERAS és portaveu del grup municipal popular a Sant Cugat del Vallès



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