La segunda es la caída de las máscaras de la CUP. Ellos, que hicieron del conflicto visible con el PSC su forma de vida, que a nivel nacional tienen abierto el escándalo de las escuchas telefónicas del 'Sistema Pegasus', ahora viven idílicamente en un matrimonio de conveniencia local.
Hace pocos días, en un matorral, me encontré el pasquín propagandista "Infocup". Mientras lo llevaba al container para no contaminar ni la naturaleza ni las mentes, pude ver que no existían referencias visibles al pacto.
Lógicamente, crear un relato purista de tu ideología y después pactar con el PSC, debió crear una revuelta interna, pero no pasó nada, ya sabe la CUP como silenciar las voces incómodas que descubren que no son más que otro partido del montón y que lo único que los separa de los partidos del 155 que tanto criticaron es una dinámica de poder.
Yo serví de anuncio a navegantes. La persecución que sufrí durante tres años, con la complicidad de parte de la prensa, agresiones en la calle y en la institución, acusaciones de tránsfuga y 'botifler', aunque nunca pertenecí a su partido, fue para tapar su OPA sobre el Procés Constituent. Todo esto nos da señas que la conflictividad es o fue su marca hasta el día del pacto, después de eso, silencio.
La última lectura de esta novela nos viene de otros ayuntamientos. Un ejemplo aparte de Sant Cugat o Ripollet, nos llega de Vilanova i la Geltrú, donde hace poco los Concejales de la CUP dejaron el partido calificándolo de "picadora de carne". Y como éste, muchos otros casos.
Por todo ello, a la CUP le queda solo un año para ocultar que existe el pacto. Si la ciudad se entera en las próximas municipales, pasarán a tener solo un escaño en el mejor de los casos.
Por eso, silencio..., y sigan cobrando el mayor cartipás de la historia, que cuando el pueblo se entere, cuando los independentistas honestos se enteren, a lo mejor se termina esta historia allá donde empezó, en las urnas.
Por eso, ahora distraer la atención es la misión de ERC y la CUP, lograr que nadie mire con lupa su administración, y en el caso de la CUP ni tan solo su existencia, para presentarse como la renovación de lo mismo o como un mal menor, ya no les queda más.
DIMITRI DEFRANC CEVALLOS és president de Proposem
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