Resulta difícil poder cuantificar cuanto cuesta la cohesión social, o el propio valor de la convivencia. Porque son bienes intangibles. Pero la temeridad del Pdecat de dinamitar estos principios básicos suponen una flagrante irresponsabilidad y una merma de la propia felicidad de los vecinos. Amén de que ninguna sociedad dividida prácticamente en dos es capaz de avanzar de forma adecuada.
Cambiando de tercio, y retomando el título de este breve artículo, un Sant Cugat para todos, esto debería suponer también ser un municipio donde subsistir no sea un lujo. Tenemos el dudoso honor de ser la ciudad más cara de Catalunya, en cuanto a recibo medio del IBI, y la ciudadanía no percibe un retorno en cuanto a servicios municipales prestados. Cuestión que corroboró la última oleada del Obrservatori de la Ciutat. El contribuyente no percibe un transporte público de calidad como alternativa al transporte privado, ahora que pretendemos caminar hacia una sociedad más sostenible. En temas de seguridad ciudadana, los hurtos a domicilios se han doblado en el período 2014-2017. Son tan solo algunos ejemplos. Vamos, que la señora Conesa no da pie con bola.
Tal vez todo este ir a peor de nuestra alcaldesa virtual esté provocado por sus diversos puestos y funciones: Presidenta de la Diputación, destacada miembro del Pdecat, frecuente turista con destino Bélgica o Alemania en función de donde se halle el Sr. Puigdemont, etcétera.
Todo ello, además del deterioro de nuestra ciudad, lo percibe el ciudadano de a pie como una hiperactividad absolutamente estéril. Otros, seguramente los malpensados, creerán que se trata de una simple estrategia: la de enmascarar aquel período oscuro de la antigua Convergencia con mordidas del 3%. Donde como es sabido, Sant Cugat, lejos de quedar al margen, más bien era el epicentro.
SERGIO BLÁZQUEZ és regidor de Cs
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