Somos muchas, la mitad de la humanidad para ser más o menos precisa, y por tanto somos diversas, pero somos siempre las agredidas, las violadas, las asesinadas por el simple hecho de ser mujeres, por la misma violencia que golpea a los más débiles siempre. Somos las que nos hacemos cargo de las tareas del hogar, del cuidado de los niños, de los incapacitados y ancianos. Somos las sometidas a peores condiciones de trabajo, a salarios más bajos, a techos de cristal que no podremos franquear, a conciliaciones imposibles. Somos aquellas a las que la pobreza y el cambio climático más afectan.
Somos las que después de estudiar, o trabajar, parir, criar, conciliar, cuidar, cocinar, planchar, lavar, fregar, doblar, contar cuentos, peinar, besar, mimar, cuidar y criar, y trabajar otra vez, madrugar, trasnochar, coser y cantar, acabaremos con una triste y menor pensión.
La huelga es uno de los mecanismos poderosos que tiene la clase trabajadora para visibilizar su poder. Y la mujer trabajadora es la clase trabajadora de la clase trabajadora. Por eso estamos convocadas a parar. A dejar de trabajar, a una huelga de cuidados, de consumo, laboral y educativa. A una huelga feminista que nos llama a parar para que los demás sepan que si paramos, se para el mundo.
LOURDES LLORENTE és regidora de la CUP-PC
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