Estamos convencidos que, si todo esto no hubiera pasado y si ese golpe de estado no se hubiese producido, ninguno de los ciudadanos ni de los policías habría sufrido lesión alguna.
Nos sorprende sobremanera que las declaraciones políticas de algunos partidos y medios de comunicación que hacen mención a la presunta violencia policial y no denuncian los escraches a las sedes de partidos políticos como la sufrida por mis compañeros en la sede de Balmes, agresiones a concejales de la oposición, insultos y escarnios a los hijos menores de los policías del colegio de Sant Andreu por parte de desalmados adoctrinadores o la separación en colegios de Cataluña de niños cuyos padres habían ido o no a participar en su manipulada performance. Tampoco les he escuchado rechazar los destrozos en los coches particulares de la PN de Sant Cugat o las pintadas de odio y rencor en la fachada de la comisaría. Sí, en Sant Cugat.
No se debe hacer nunca distinciones entre violencia. Pero ya que les gusta tanto a algunos los números y el victimismo, hablemos de números. Entre el día 9 y 11 del pasado mes de septiembre, 531 empresas dejaron nuestra Comunidad Autónoma para instalarse en el resto de España. Datos del colegio de registradores que no incluyen las empresas de Tarragona ni de Lleida que, con toda seguridad, aumentarán esa sangría de fuga de conocimiento, riqueza y, en breve, puestos de trabajo.
Ya que tanto les gusta a algunos hablar de las balanzas fiscales, les comentaré que de los 4.547 millones de euros que genera nuestro tejido empresarial en Cataluña en Impuesto de Sociedades, la mitad, unos 2.100 millones, descansan hoy en el resto de España. Hablemos de la posibilidad de perder la Agencia del Medicamento Europeo, del proyecto de Start Ups de Barcelona, la disminución de los ingresos derivados del turismo o, quién sabe, la pérdida del Barcelona Mobile Congress. Hablemos de la deuda pública, de los 78.737 millones de euros que el gobierno de la Generalitat ha dilapidado y del bono basura de la deuda catalana que hace inviable cualquier préstamo fuera del paraguas del BCE.
Éstos son datos, no opiniones. Esta semana, por motivos obvios, he tenido la obligación de visitar varias entidades bancarias y les aseguro que si la gente atendida en el 1-O fueron 890, actualmente la política de confrontación y odio contra la diversidad por parte de los nacionalistas ha generado miles de personas, ancianos en su mayoría, con ataques de pánico y estrés. También eso es fácilmente comprobable. ¿Es esto lo que realmente quieren para nuestra tierra? ¿Para nuestros hijos? ¿Para nuestro futuro?
El pasado martes 10 de octubre se produjo el final de la mentira con otra puesta en escena más digna de una ópera buffa. Pues miren, esa gente del Paseo de Sant Joan y el más de un millón de personas que nos manifestamos el 8 de octubre son también vecinos nuestros, amigos, familiares, compañeros de trabajo con los que queremos convivir en armonía, piensen o no como nosotros.
Por eso les pido a los partidos políticos nacionalistas que dejen de fragmentar la sociedad catalana, que respeten a los que no opinan como ellos, que dejen de azuzar, de hurgar en la herida y sembrar odio entre conciudadanos porque su locura va a llevarnos inevitablemente a una ruina económica y a un desastre social sin precedentes.
ALDO CIPRIAN és portaveu de Cs
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