Para ello, diferentes consejeros presentamos unas enmiendas al proceso cuya finalidad es la de, desde la crítica constructiva, mejorar un proceso participativo en el que algunos creemos firmemente.
Desafortunadamente, solo un consejero, que no representa a ningún partido político, tuvo la generosidad de leerse el documento elaborado por una consultora externa sobre los resultados de los presupuestos participativos del 2016 y elaborar una serie de propuestas de mejora que debían votarse en el pleno del consejo.
El pleno fue desolador puesto que, de los 42 consejeros, alcaldesa virtual incluida, solo nos presentamos 13. La documentación con las enmiendas y el resumen de la ejecución de los proyectos participativos del 2016 eran inexistentes hasta el comienzo de la sesión puesto que no nos había llegado. Tampoco existieron ni votaciones ni debate (¿cómo se puede pretender debatir sin documentación?)
Lo que nos encontramos los 13 consejeros fue una retahíla de máximas ante nuestras enmiendas que fueron aprobadas y denegadas previamente a la sesión y a voluntad del equipo de gobierno. Sin debate, sin documentación, sin razones consensuadas…
Mucho me temo que un debate que persigue incrementar la participación de un proceso abierto a la ciudad donde no se debate, donde no se informa y donde ni siquiera se llega a un quorum mínimo de asistencia, no pinta muy bien. Lo que mal empieza...
Un proceso participativo que todavía no cuenta con prácticamente ninguno de los proyectos vencedores de la sesión anterior en su fase final de ejecución, son poco o nada creíbles para la ciudadanía y poco atractivos para la ciudad.
Unos procesos que no se comunican en uno de los dos idiomas oficiales (el castellano) ignorando así que uno de cada tres habitantes de Sant Cugat no han nacido en Cataluña, tiene poca posibilidad de pescar en el caladero de la participación de una parte fundamental de la ciudad.
Ocultar, silenciar, esconder, difuminar unos proyectos participativos a una parte importante de la ciudad negando las enmiendas y el trabajo de los grupos municipales, no promete ser el mejor de los comienzos para una nueva sesión participativa que debe involucrar a toda la ciudad a vuelta de las vacaciones.
ALDO CIPRIAN és portaveu de Cs
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