La única cabalgata casposa


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Sergio Blazquez


Publicat: el 4/gen/17
Opinió
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'Catalunya es un ejemplo de cómo la educación puede utilizarse para el adoctrinamiento nacionalista' - Inger Enkvist. No es la primera vez que lo escribo: hay días en que a uno le dan la columna hecha. Y me gustaría empezar el año con un artículo más amable y de ámbito puramente local. Pero hay sucesos que no pueden ser pasados por alto.

El nacionalismo catalán, por desgracia, hace años que se echó al monte. Hace tiempo que se impuso la línea dura y que, a los más moderados, se les mira con recelo. Allí donde ya no manda la inteligencia, sino el sectarismo, tener dos dedos de frente y sentido común y decir que el rey va desnudo es motivo más que suficiente para ser declarado enemigo de la patria. Es lo que tienen, la historia nos ofrece cientos de ejemplos, los gobiernos que tienen tics totalitarios.

Sólo así se pueden explicar acontecimientos tan tristes y casposos como la politización de una cabalgata de Reyes. En este caso la que va a tener lugar en Vic y va a ser retransmitida, para vergüenza propia y ajena, por TV3. En este caso vamos a ver como la fiesta navideña de la magia y de los sueños infantiles va a ser utilizada por el 'procés' en beneficio propio con el fin de reclamar una República Catalana. Los actores principales del esperpento nacionalista y promotores de la ocurrencia son la ANC y Òmnium, quién sino, que reclamarán una Republica catalana, precisamente a sus Majestades de Oriente.

¿A estas alturas no tenemos claro que la Cabalgata del cinco de enero es un acto dirigido de forma preeminente a un público infantil? ¿no resulta obvio que los niños tienen derecho a ser educados, pero no adoctrinados? ¿no resulta evidente que la política tiene sus propios cauces y sus propios foros como para pervertir los de los más pequeños? Pues por lo visto una parte del nacionalismo catalán, el más rancio y cutre, no opina lo mismo. Y como les decía anteriormente, es el que lleva la voz cantante. Así que los protagonistas en Vic no serán los caramelos y las carrozas, sino las banderas y farolillos 'estelados'.

Hace ya un tiempo fue Òmnium la que puso en marcha la campaña 'un país normal'. ¿Les parecerá normal a estos señores la organización de un acto más propio de un régimen totalitario del siglo XX que de una sociedad democrática del siglo XXI? Como bien dice el refrán: Consejos vendo que para mí no tengo.



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