Es curioso que una persona que no ha votado nadie para ocupar el cargo que regenta y cuyo único mérito empresarial sea el de haberle montado un carísimo chiringuito de comunicación a su mujer con dinero público y del que él mismo era consejero delegado ('Catalonia Today' con menos divulgación que nuestra publicación de referencia municipal en papel), se atreva a dar lecciones de emprendeduría a todo un auditorio. Pero, parece ser, en la política todo vale.
Un auditorio lleno en su mitad con profesionales que sufrimos la inseguridad jurídica de su gobierno donde, cada vez que habla, una empresa cierra y traslada su sede fuera de Cataluña. Donde cada vez que nuestro consejero de Economía y Hacienda, el historiador y excompañero de colegio trilingüe señor Junqueras, hace unas declaraciones, una puerta más se nos cierra al mercado de 47 millones de españoles y 500 millones de europeos.
Junto a él, una alcaldesa que ha sido incapaz en toda su vida de ejecutar iniciativas empresariales con dinero propio, limitándose a regar empresas deficitarias públicas con el dinero de todos y pagando salarios desorbitados a compañeros de carnet.
Lecciones a trabajadores catalanes que sufrimos los tramos autonómicos de IRPF, competencia de la Generalitat, de los más altos de España excepto en los intervalos entre los 80.000 euros y 150.000 euors de ingresos, curiosamente salarios de muchos de los ejecutivos públicos. Esta brutal presión fiscal de nuestro 'país' llevó a patriotas como el folclórico metido a político Lluis Llach a poner la sede social de su fundación fuera de Cataluña. Ahora parece ser que ha corregido, una vez le han modificado ad-hominem las condiciones fiscales de este tipo de fundaciones. Los amigos del poder.
Y curiosamente, el enemigo de todos los males es siempre el mismo. No se trata de la incompetencia de nuestros gobernantes o su ceguez para encontrar soluciones, no. Es siempre España encarnada por Madrid y sus pobres y empobrecidos ciudadanos los culpables de que las riquezas de Cataluña no se queden en sus bolsillos o en los de algún banco de Andorra.
Quisiera recordarle, a modo de ejemplo, que la ciudad de Girona, de la que Puigdemont era alcalde hasta hace dos días, tiene aproximadamente la misma población que Sant Cugat y, a pesar de no ser capital de provincia, la renta neta media de la ciudad vallesana es un 75% superior a la de los gerundenses. Es de cajón que nuestra ciudad paga, como poco, el doble de impuestos que la ciudad de Girona. ¿Es razonable que el máximo representante de la ciudad beneficiada por la solidaridad del resto de catalanes y españoles hable de maltrato fiscal en una ciudad, según su lenguaje, oprimida? ¿Sería correcto decir que Girona nos roba? ¿Es lógico quemar puentes con el resto de España cuando el 94% de la economía de Girona depende del sector de servicios?
Podríamos hablar también de que el señor Puigdemont fue perseguido, antes de ser diputado del Parlament, por el impago de los impuestos municipales y su salario embargado (datos del BOP de Girona). Todo un ejemplo para la ciudadanía.
Lecciones al empresario, señor Puigdemont, las justas; para los demás, subvenciones y tratos de favor.
ALDO CIPRIAN és portaveu de C's de Sant Cugat
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