Sabemos desde hace cuatro años que Siria sufre una guerra fraticida. Y sabemos que guerra es sinónimo de asesinatos, violaciones, éxodo y todo tipo de vilezas y desgracias. Lo sabíamos perfectamente y poco o nada hemos hecho. Como en los Balcanes reaccionamos a posteriori y con torpeza. En este caso nos hemos tenido que topar de frente con la foto de un niño ahogado huyendo del apocalipsis para mirarnos al espejo y darnos cuenta de lo mal que nos sienta la indiferencia.
El secreto de la foto, creo, radica en que bien podría haber sido mi hijo o el de usted, por su ropa y su aspecto. De ello se deriva que en este mundo de castas tendemos a sentir una mayor empatía por aquél al que consideramos igual a nosotros, pues nos hace comprender que con un poquito de mala suerte a nosotros también nos podría haber ocurrido. Y de ello se deriva una verdad atroz: nuestra estudiada ignorancia hacia todas las desgracias que afectan al África subsahariana. Decenas de guerras y conflictos que no hacen mella en nuestra conciencia, pues los protagonizan personajes de piel negra, vestidos con harapos. Como si la guerra o la miseria fueran inherentes a su propia existencia.
Una vez roto el jarrón, tocará recomponer los pedazos. La comunidad internacional debe ser clara y abordar la solución del conflicto sirio con decisiones valientes. Habrá que poner encima de la mesa la guerra contra el estado islámico, los usos y costumbres poco deseables del Sr. al-Àssad, la constitución de unas elecciones democráticas con una previsible victoria de los Hermanos Musulmanes (con todo lo que pudiera suponer), o la creación de un Protectorado. Y debemos hacerlo hoy. Mañana ya es tarde. Todo ello en un escenario complicado donde los países se hacen los remolones para aportar dinero o financiar acciones armadas. Donde contar con el apoyo de Rusia y China va a resultar difícil.
Paralelamente es obligatorio abordar el problema de los refugiados de forma inminente y con generosidad. Ciutadans, como partido político, quiere ser partícipe e impulsor. Y es así como queremos que Sant Cugat se sume a poner un ápice de remedio a este sufrimiento que padecen cientos de miles de personas.
Proponemos una política municipal de ayuda al refugiado seria y rigurosa. Que piense también en el medio y largo plazo. Que tenga sus propios criterios y no se articule a golpe de telediario. Nada peor podría suceder a quien acojamos que hagamos un show de su llegada y unos meses después hayan caído en el olvido, o que les ofrezcamos compasión en vez de oportunidades. O que hoy sean héroes y mañana se difuminen en el paisaje y pongamos en cuestión su credo y costumbres.
Si hemos fracasado colectivamente a la hora de actuar en este drama, procuremos por lo menos adecentar el epílogo.
SERGIO BLÁZQUEZ és regidor de C's
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