Este pasado 7 de enero el terrorismo yihadista perpetró una masacre en París que ha resultado especialmente dolorosa y que, la globalización en que vivimos, nos hace sentirla particularmente cercana. Las víctimas en este caso han sido humoristas sanos, bienintencionados y libres. El hecho de que dedicaran su vida al humor hace más dura si cabe la tragedia. Tipos que canalizan su energía en arrancarnos una sonrisa, en hacernos a todos más llevadera una vida que demasiado a menudo coge tintes dramáticos.
Mi más sincero reconocimiento a los fallecidos de 'Charlie Hebdo' porque en el ejercicio de su profesión eligieron una decisión arriesgada pero acertada, no cedieron al chantaje de los fanáticos y pusieron la libertad de expresión como bien inalienable. Muy lejos de los cómicos paniaguados al servicio del gobierno de turno por cierto, que tanto abunda en nuestro país; afortunadamente, en todas las profesiones hay categorías.
La política debe impedir que este cruel atentado germine en un odio indeseado y que genere nuevos actos de injusticia y dolor; en particular, hago hincapié de forma explícita a que debemos combatir la deleznable islamofobia derivada. Al mismo tiempo tenemos la obligación de exigir a nuestros gobernantes que luchen hasta la extenuación contra el terrorismo de toda índole con todas sus capacidades y medios.
Y debemos hacerlo acotando la enfermedad al órgano afectado, sin cercenar en modo alguno las libertades individuales ni las libertades de credo: no hay religiones moralmente superiores a otras. En primer lugar porque las tres religiones monoteístas predominantes están firmemente vinculadas entre sí. Así del judaísmo surgió el cristianismo y dentro de este brotó a su vez el islam. Quien quiera hallar bellas reflexiones las encontrará en cualquiera de sus textos sagrados; quien quiera encontrar frases desafortunadas también. En segundo lugar porque en un estado laico como el nuestro las creencias religiosas, sean las que fueren, quedan supeditadas al cumplimientos de las leyes, a la obediencia a las Constituciones modernas basadas en la justicia, la igualdad, y la libertad independientemente de cual sea la raza, religión, ideología o sexo del individuo.
Europa debe ser segura a la vez que tolerante. Nadie ha dicho que sea fácil pero sabemos que es lo correcto.
SERGIO BLÁZQUEZ és secretario de C’s Sant Cugat
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