Una Smart City no deja calles sin asfaltar durante años, y los barrios de Mira-sol, la Floresta o les Planes pueden dar buena cuenta de ello.
Una Smart City no debería cometer tantos errores en expedientes urbanísticos, para que los tribunales nos tengan que enmendar la plana en un número ya excesivo de casos. Más bien ese es ejemplo de una administración desnortada e ineficaz.
Una Smart City debería ser capaz de gestionar sus impuestos, bonificaciones i exenciones de manera automática, sin hacer recaer en el contribuyente la carga de acudir a los tribunales para que no les cobren indebidamente la plusvalías a personas que deberían pagarla, porque los tribunales ya se han pronunciado en este sentido y deberí devolver el dinero a quien haya pagado sin tener que esperar que los contribuyentes lo reclamaran.
En definitiva, un Ayuntamiento que se preocupa mucho por unas cosas pero muy poco por otras, respondiendo como un resorte cuando se quejan determinadas entidades, a pesar de que algunas de ellas actúan de una forma manifiestamente excluyente y de animadversión contra colectivos sociales de la ciudad como los no independentistas.
Álvaro Benejam és portaveu del PP
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