Resiliencia
Sergio BlázquezSergio Blázquez
Publicat: el 9/abr/20
Opinió|
Columnes
Escribir en estos días inciertos sobre cualquier tema de actualidad supone un cierto ejercicio de riesgo, pues la velocidad de los acontecimientos puede dejar en papel mojado mañana lo redactado hoy. Sin embargo, sí quisiera dejar constancia de algunas observaciones que creo que vale la pena mencionar.
En primer lugar, recordar que los remansos de paz, salud y prosperidad han sido siempre la excepción a lo largo de la historia. Así en tiempos pretéritos toda generación tenía una o varias guerras, pandemias, hambrunas, migraciones, invasiones o cualquier otra circunstancia adversa, a la cual tenían que hacer frente. Sin contar con el hecho de que los conocimientos médicos y técnicos eran más bien escasos y la muerte formaba parte de la cotidianidad de las personas. Por lo tanto, está en nuestra naturaleza el poder hacer frente a las circunstancias adversas.
Así pues, los años que han transcurrido en Occidente desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, mirado con perspectiva, han sido una extraordinaria anomalía. Ello no quita que un mundo de paz y prosperidad no esté a nuestro alcance, pues evidentemente el ser humano ha demostrado que ello es posible. Sin embargo, en estos mismos años no dejaba de ser curiosa la idea generalizada, casi pesimista, de que todo iba mal y de que eran malos tiempos. Seguramente ahora se hace cierto aquel dicho de que nadie tiene lo que aprecia hasta que lo pierde. Pero bueno, de nada sirve llorar por la leche derramada.
En segundo lugar, una de las lecciones que nos va a dejar esta crisis del coronavirus es que como sociedad tenemos una gran capacidad de resistencia, resiliencia y adaptación al medio. Por poner solo un ejemplo, mientras escribo estas líneas son muchas las personas y empresas que trabajan en red para diseñar y fabricar mascarillas, respiradores, etcétera. Hemos descubierto de un día para otro que verdaderamente tenemos inventiva y que a veces no solo eran los costes los que habían causado la preocupante desindustrialización de nuestra sociedad sino la idea estereotipada y falsa de que debían ser otros los que fabricasen por nosotros. Muy a menudo habíamos perdido tan siquiera la idea de, por lo menos, intentarlo.
En tercer lugar, tenemos que ser optimistas de cara al futuro. Ver oportunidades donde hoy solo vemos problemas. No quisiera parecer frívolo con la que está cayendo y con las circunstancias penosas que, por desgracia, a muchos les está tocando vivir, cuando no a todos nosotros de forma global como sociedad, ya sea en vidas humanos o costes económicos. Pero creo que, efectivamente, en el futuro hay muchas cosas que sabremos hacer mejor. En este sentido conviene recordar que conservamos de forma intacta tanto los bienes materiales como nuestro propio conocimiento y capital humano, y eso es de largo lo más importante. Ni que decir tiene, además, el contar con la ventaja de ser una sociedad y un pueblo solidario con nuestros semejantes y entre generaciones, lo cual es algo que estamos observando fehacientemente.
En cuarto y último lugar, estoy convencido de que en el marco de la Unión Europea sabremos encontrar las recetas económicas para salir del atolladero al que nos ha llevado un fenómeno inesperado como el de una pandemia global. Creo, además, que precisamente siempre será positiva una mayor integración europea y que resultaría contraproducente extraer la conclusión de que la vuelta a los nacionalismos y al proteccionismo es la solución al problema.
SERGIO BLÁZQUEZ és regidor de Cs