1-O, lo que pudo haber sido...
Álvaro BenejamÁlvaro Benejam
Publicat: el 1/oct/18
Opinió|
Columnes
Hace un año el máximo representante del Estado en Catalunya, el Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, decidió contra todo sentido de la responsabilidad y por la presión de sus compañeros de viaje, cruzar la línea roja que separa lo lícito de lo ilícito y convocar y realizar un referéndum al margen de la ley vulnerando no sólo la norma que le legitimaba para el cargo que ostentaba, sino un buen puñado de los derechos fundamentales de todos los catalanes.
Un año después algunos de estos compañeros que le asesoraron se encuentran en prisión acusados de graves delitos, y otros tan dispuestos como él a defender la estrambótica proclamación y suspensión de la República Catalana se encuentran fugados de la justicia.
A los pocos días todos reconocían lo que habíamos denunciado tantas veces: la independencia es un engaño, un disparate, una ocurrencia que ha conseguido dividir la sociedad catalana y distraer la atención de los catalanes en los problemas reales de Cataluña. Y la prueba de esto es que nadie, absolutamente nadie, salió a defender esa República de pacotilla que los nacionalistas habían inventado para confundir, crispar y distraer.
En esa mentira hemos dilapidado muchísimos de nuestros recursos y nuestras energías en estos últimos años, también en Sant Cugat. Y todo para nada, o más bien, para socavar nuestra convivencia y nuestras posibilidades de desarrollo económico.
El 1-O pudo haber sido un punto de inflexión en la reciente vida política catalana, un cambio de paradigma en la escalada de acusaciones y reproches al gobierno de la Nación por parte del gobierno autonómico. Una oportunidad para restañar las heridas causadas por la desconfianza que había ocasionado el comportamiento desleal de los que en aquel entonces estaban al frente de nuestras instituciones y las utilizaron para sus intereses partidistas.
El 1-O pudo haber sido la primera piedra en la reconstrucción de puentes que permitieran la recuperación de la normalidad en las relaciones de nuestros representantes políticos a los que exigimos honradez y sentido de Estado, por el bien común de todos los españoles y de los catalanes en particular. Pudo haber sido el primer paso en la reconciliación y la recuperación de la convivencia pacífica en Cataluña. En la defensa, bajo las mismas reglas de juego, de las distintas ideas políticas.
Pero la irresponsabilidad histórica del Presidente Puigdemont, hizo que esa primera piedra fuera una auténtica pedrada lanzada contra la legalidad y la legitimidad democráticas con la pretensión de hacer añicos nuestro Estado de derecho.
Y ese primer paso, fue en realidad una carrera, una huida a la desesperada de la realidad que se imponía por sí misma, porque al final se esfumó la mentira del derecho a decidir, del apoyo internacional a la causa independentista, de las estructuras de Estado, de la falta de democracia del Estado opresor, de la falta de libertades del pueblo catalán, del 'España ens roba' y otras falsedades que la propaganda separatista había inoculado en la opinión pública catalana, mientras señalaba a quien se atreviera a disentir del pensamiento único nacionalista.
Quiero reconocer en esta tribuna, la labor nada fácil desempeñada por los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en defensa de la convivencia y el orden público en un momento tan delicado como fueron esos días previos y la tensión del propio 1-O, donde el gobierno de la Generalitat, con total deslealtad, hizo dejación de funciones y dio los primeros pasos de un auténtico golpe contra el Estado de derecho y la democracia de nuestro país.
El 1-O pudo haber sido un hito en la historia de la democracia moderna de nuestro país, pero no fue más que otro acto del bochornoso esperpento en el que el separatismo quiere convertir la vida en Cataluña. Se puso en jaque nuestra convivencia, pero su plan golpista, su hoja de ruta, fue derrotado.
ÁLVARO BENEJAM és portaveu del PP