¿Tenemos una Smart City?

Alvaro Benejam


Publicat: el 25/feb/18
Opinió| Columnes

El Ayuntamiento de Sant Cugat gasta miles de euros en publicidad y asistencia a ferias y congresos en decir que la tenemos. Pero lo cierto es que no podemos calificar de Smart City a una ciudad que se gasta miles de euros en poner un detector de plazas de aparcamiento en una calle, pero que no planifica adecuadamente la creación de aparcamientos para el parque de vehículos de la ciudad. Sino que se lo pregunten a los que cada día van a trabajar al polígono de Can Sant Joan, que ven imposible encontrar un aparcamiento en condiciones, que carecen de alternativas de transporte para acudir a su lugar de trabajo y que son multados al no encontrar aparcamiento. Y la solución del Ayuntamiento es establecer un sistema de aparcamiento que costará a cada trabajador 40 euros, que parece que no lo acaban de implantar porque los trabajadores indignados se han quejado, pero que lo acabarán imponiendo y los trabajadores tendrán que hacer frente a esa cantidad para poder ir a trabajar. Esa es la solución Smart de este Ayuntamiento.

No se puede calificar de Smart City a una ciudad que se gasta miles de euros en instalar unas luces verdes y rojas para peatones inconscientes (por no decir otra cosa), pero que deja de iluminar innumerables puntos negros o de penumbra en el centro y en los distritos, pese que año tras año los vecinos se quejan de ello.

Una Smart City no deja calles sin asfaltar durante años, y los barrios de Mira-sol, la Floresta o les Planes pueden dar buena cuenta de ello.

Una Smart City no debería cometer tantos errores en expedientes urbanísticos, para que los tribunales nos tengan que enmendar la plana en un número ya excesivo de casos. Más bien ese es ejemplo de una administración desnortada e ineficaz.

Una Smart City debería ser capaz de gestionar sus impuestos, bonificaciones i exenciones de manera automática, sin hacer recaer en el contribuyente la carga de acudir a los tribunales para que no les cobren indebidamente la plusvalías a personas que deberían pagarla, porque los tribunales ya se han pronunciado en este sentido y deberí devolver el dinero a quien haya pagado sin tener que esperar que los contribuyentes lo reclamaran.

En definitiva, un Ayuntamiento que se preocupa mucho por unas cosas pero muy poco por otras, respondiendo como un resorte cuando se quejan determinadas entidades, a pesar de que algunas de ellas actúan de una forma manifiestamente excluyente y de animadversión contra colectivos sociales de la ciudad como los no independentistas.

Álvaro Benejam és portaveu del PP