Las claves para entender el problema de Delphi en Sant Cugat

Aldo Ciprian


Publicat: el 10/feb/16
Opinió| Columnes

Para analizar la situación actual de la empresa americana en nuestro municipio hay que remontarse a principios del 2007 cuando Delphi disponía de cinco fábricas en España (Puerto Real, Pamplona y Zaragoza) y en Cataluña (Sant Vicenç del Horts y Sant Cugat del Vallès). Ese año, debido a las pérdidas esgrimidas por la multinacional, se cerraba la planta andaluza que dejaba a 1.600 trabajadores en el paro a pesar de las múltiples ayudas económicas de la Junta de Andalucía para evitar su cierre; más de cinco millones de euros del presupuesto público fueron concedidas a Delphi que, en el 2005, alegó una situación de bancarrota para solicitar ayudas fiscales y firmó con los sindicatos y la Junta de Andalucía un plan industrial hasta el 2010. ¿Qué se hizo de esas ayudas? ¿Nadie las fiscalizó?

Durante el proceso de cierre de la planta de Puerto Real, la Junta de Andalucía recurrió al ministro de Industria, el médico y exalcalde de Barcelona Joan Clos, que les cerraba la puerta sentenciando con un 'la economía global y abierta a veces golpea con noticias como ésta'. Mientras tanto, los responsables de la Junta de Andalucía se hacían fotos en Bruselas haciendo promesas para salvar la terrible situación de la empresa que todos sabían imposibles de cumplir.

La deslocalización de la planta de producción a Iasi (Rumania) había sido un proceso lento y seguro de varios años por lo que las promesas de última hora podían tener poco o ningún calado en el final de la historia. En febrero del 2007, Delphi Puerto Real cerraba incumpliendo promesas y subvenciones.

La Junta recibió en el 2009 una indemnización de 10,5 millones de euros para recolocar a los trabajadores. A fecha de hoy la tasa de paro de Puerto Real y de las 13 poblaciones cercanas que aportaban trabajadores a la fábrica ronda el 35%.


Por aquel entonces Delphi Sant Cugat contaba con más de 1200 empleados y era el centro productivo más grande de Europa en la fabricación de bombas para motores diésel de inyección tipo Common rail y uno de los centros de investigación y desarrollo más punteros de la marca.

Durante la primera década del 2000, tuve la suerte de trabajar para la empresa de Sant Cugat como proveedor de herramientas y máquinas de mecanizado para el desarrollo de proyectos y prototipos de bombas con mayor rendimiento e incluso con menor durabilidad según los parámetros de obsolescencia programada ya que las bombas solían tener una vida útil que multiplicaba por dos o tres la vida útil de los coches para las que se fabricaba. En el 2006 se informaba de que Delphi había empezado la fabricación de las bombas en una planta gemela y empezaban a enviarse las primeras líneas de producción 'obsoletas' desde Barcelona a Iasi (Rumania) junto con el desplazamiento de experimentados ingenieros de la planta catalana a Rumanía para la puesta en marcha de lo que se vendió como una planta de segunda. En ese entonces, Rumanía acababa de entrar en el 2007 en la Unión Europea.

Los costes de fabricación eran mínimos puesto que las máquinas trasladadas ya estaban amortizadas, el coste de investigación nulo y la mano de obra no cualificada era de un cuarto del coste de la plantilla en Sant Cugat.

El flujo de ingenieros cualificados desde Barcelona a Iasi fue continuado a partir del 2008 hasta el punto de ofrecer el traslado definitivo a este personal mientras la ingeniería de Sant Cugat se iba despoblando de profesionales experimentados que eran el auténtico valor diferencial de la marca en la fábrica vallesana. El famoso I+D, 'el know-how', que es actualmente el único valor competitivo en países con una renta per cápita superior, se ha ido escapando entre los dedos ante la ceguera de los diferentes gobiernos regionales y nacionales.

Y ahora llega el 2016 y la fábrica hace años que ya ha dejado de recibir nuevos proyectos, nuevos estudios que, ahora sí, se han desplazado a otro país de la Unión Europea donde la fabricación de la misma bomba cuesta menos de la mitad que en España y que posee, ocho años después de sus inicios, de la ingeniería puntera que hizo a Sant Cugat referencia de excelencia durante muchos años.
Ahora llega el momento de las fotos, de las promesas, de las visitas de nuestro ilustre ministro de exteriores y santcugatenc Raül Romeva a la sede de la Unión Europea para justificar su abultado salario.

Esperemos, por el bien de todos, que el resultado no sea el mismo que con la sede de Puerto Real. Pero una cosa está clara, la inacción pasa factura y ni la Generalitat ni el Ayuntamiento han estado a la altura de la situación. Veremos qué pasa ahora.

ALDO CIPRIAN es portaveu de C's