Ni el qué, ni el cómo, ni el dónde
Sergio BlázquezSergio Blázquez
Publicat: el 27/gen/16
Opinió|
Columnes
Para quien tenga la paciencia o extraña afición de seguir de cerca la actualidad política local, le habrá chocado que, en el último pleno de enero, tan solo un partido político haya estado a favor de la expropiación de los terrenos de Cal Castillo. Dejando por singular, si me lo permiten, el voto particular del compañero de Consistorio, Dimitri Defranc, en nombre de Procés Constituent.
Mención aparte merece la abstención de ERC, que en los últimos meses se ha convertido en el apoyo en la sombra del equipo de gobierno, su amigo cómplice. Un hombro para llorar al que, en los plenos, se le ve demasiado el plumero.
Sirva este espacio para aclarar el posicionamiento de nuestro grupo municipal al respecto, utilizando para ello argumentos que no nos son exclusivos, sino compartidos por otras fuerzas del consistorio. Y sirva también para dejar claro que nuestro voto en contra jamás fue en contra de nadie, sino en defensa de determinadas formas de proceder, que estoy seguro, también comprenderá determinada corriente de opinión que a lo largo de los años ha visto con simpatía la existencia de este núcleo zoológico.
Para empezar, si nos vamos al diccionario encontraremos la siguiente definición del término expropiación: 'requisa de una propiedad por motivos de interés público, generalmente dando a cambio una indemnización'. Pues bien, ni en los meses anteriores al pleno de enero, ni durante el transcurso de éste, ni tampoco en los días posteriores, Convergència ha sido capaz de explicar con claridad el interés público del terreno expropiado. Y esta es, verdaderamente una curiosa y extraña cosa.
Quienes contemplan el proyecto de ubicar una granja-escuela, creo que sabrán ya a estas alturas que los motivos para no ubicarla en Sol i Aire son variados, pero radican precisamente en la propia idiosincrasia de la urbanización. Si ya supone un conflicto de intereses la propia existencia de Sol i Aire en sí, respecto a la preservación del Parc de Collserola, rizar el rizo más de lo debido se nos antoja inadecuado. Tengamos en cuenta que, hasta día de hoy, este enclave urbano en terreno forestal ha sobrevivido gracias a una actitud tremendamente responsable de sus vecinos, plenamente concienciados y adaptados a su entorno. A menudo más vigías que vecinos.
Una granja-escuela requiere unos accesos y aparcamientos óptimos, y bien es sabido que varias veces los vecinos de la zona se han quejado de que la vía de salida ha sido colapsada algunos fines de semana por las visitas al zoo. Y también de que la maniobrabilidad de grandes vehículos de transporte resulta, como poco, complicada.
Por otro lado, se deberían acometer una serie de trabajos para mejora y adecuación de la hipotética granja-escuela: cerramientos más seguros de la instalación. Teniendo en cuenta que es poco viable que dentro de un ecosistema frágil como Collserola tengamos instalada una granja que pueda albergar animales no autóctonos.
Capítulo aparte merece la gestión de los residuos y vertidos. Cabe reconocer el esfuerzo de los vecinos de Sol i Aire en costearse unas depuradoras, mientras que Cal Castillo no tiene a día de hoy solucionada esta problemática, lo que también (y tiene toda la lógica) supone una confrontación con la Agència Catalana de l'Aigua.
En fin, parece ser que la única baza que les queda a quienes persisten en una granja escuela, precisamente ahí, es la fuerza de la costumbre. Costumbre que no es ley. Costumbre que, bien lo sabe la Sra. Conesa, no ha tenido el beneplácito de la administración local, que no ha dudado en abrir expediente.
Entenderán que el voto en contra del grupo municipal de Ciutadans es a todas luces lógico. Temeridad es votar a favor de una propuesta que no ha sido consensuada con los vecinos de Sol i Aire, ni con el Consorci de Collserola, ni con el ACA, ni tan siquiera coherente con la propia línea administrativa que ha mantenido el ayuntamiento estos últimos años al respecto.
Me atrevo a decir que tan siquiera deja satisfecho al expropiado por el bajo coste de la expropiación, que en este caso como espero haber dejado claro, no era el meollo de la cuestión.
Sant Cugat, ciudad amiga de la infancia, merece una magnífica granja-escuela. Trabajemos por tenerla en el lugar acertado y esperemos que Convergència, por lo menos entonces, esté a la altura de las circunstancias.
SERGIO BLÁZQUEZ és regidor de C's