En la guerra contra el terror, del lado de la paz

Dimitri Defranc


Publicat: el 29/des/15
Opinió| Columnes

Después de las noticias de las últimas semanas sobre la guerra en Oriente Medio, no puedo dejar de pensar en los muertos en el mediterráneo, 8.000 personas pasando al día por Lesbos con la sola ayuda de socorristas voluntarios sin que ningún país tome partido del rescate de humanos en el mar.

Los atentados de Líbano y de París...

No puedo dejar de pensar en los 200 niños que ISIS fusiló a sangre fría en Siria, de un total de 10.000 niños muertos y mas de cuatro millones de personas desplazadas fuera de las fronteras Sirias.

Mientras pensaba en ellos sentí muchos paralelismos con algunas guerras, uno de ellos con la guerra de Corea, en un documento desclasificado por el gobierno norteamericano en el cual se les decía a sus soldados 'Disparad a los civiles, mujeres, niños y ancianos, entre ellos se esconden los comunistas'. Los soldados norteamericanos cerraron los ojos y apretaron el gatillo a la gente que viajaba buscando la bandera norteamericana para escaparse de la barbarie de los gobiernos unidos de la Unión Soviética, China y Corea del Norte, y se los masacró en su propio país bajo el fuego de metralla y las bombas de napal.

Hoy en día el mismo discurso se vuelve a imponerse a la lógica del humanismo, humanismo que hoy despectivamente algunos llaman 'buenismo' y que es el mismo discurso del miedo que los Generales de EEUU impusieron después de cometer el error de no escuchar a sus subalternos sobre el terreno.

Hoy algunos dicen 'dejadlos morir de frío, entre ellos se esconden los terroristas', lo que no saben los que predican estas palabras y rumores es que entre ellos lo que sí hay son niños, mujeres, ancianos y hombres con tanto derecho a la vida y a la paz como nuestros hijos e hijas, madres, padres, compañeras(ros), abuelas(los) y nosotros mismos.

La luz del conocimiento y el entendimiento es el elemento que destruye los rumores, decía el asesinado JFK 'Nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este planeta. Todos respiramos el mismo aire. A todos nos preocupa el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales'.

Cuando podamos hablar con la gente que escapa de la guerra nos daremos cuenta que no son tan diferentes a nosotros. La diferencia importante es que los desplazados-refugiados vienen escapando de una inmoral guerra que ha marcado en su piel y en sus mentes la barbarie; barbarie provocada por los grandes intereses económicos del 1% de la población mundial que si son diferentes a nosotros y que son los que venden armas, los que ocasionan conflictos, los que especulan en grandes bancos y que no tienen otra patria, moral y familia que el dinero.

Para poder comenzar a conocernos, lo primero será el reconocernos. Reconocernos como vecinos e iguales, reconocer el derecho de los otros a ser, a sentir y a vivir juntos, para ello tenemos que comenzar por no hacerlos desaparecer, apagando el televisor o haciendo como si no existieran. Tenemos que reconocernos como iguales respetando nuestras diferencias para poder caminar juntos hacia una sociedad de paz y de interrelación.

Cuando la gente en general, no sólo los inmigrantes o extranjeros, se sienta acogida, respetados e iguales, no tendremos que tener miedo a los males tremendos que anuncia el apocalipsis de la televisión, porque de forma natural no podremos dejar de pensar que mi bienestar se refleja en el bienestar de mi vecino.

DIMITRI DEFRANC és regidor de la CUP-PC